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Cocinar en familia: donde la receta une y el "bowl" con restos divide

  • Ale
  • 1 jul
  • 3 Min. de lectura

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El fresco, dulce y reconfortante pay de mango que ella preparaba todos los veranos nos recibía después de una tarde de entrenamientos bajo el sol o acompañaba los calurosos cumpleaños de mi hermano en verano. En esa rebanada recibías todo lo que no sabías que necesitabas. El caldo de verduras cuando me enfermaba; su aroma, fácil de reconocer, viajaba de la cocina a la cama donde me encontrara descansando comunicando un mensaje, te quiero, te cuido, quiero que te sientas mejor. El olor de la casa un sábado por la mañana: un mestizaje de aromas- parte “Hot Cake”  y ligeras notas a café Folgiers, el favorito de mis padres. Que decir de las mejores quesadillas que podrías probar, esas que nos preparaba cuando tenía a mis amigas en casa: queso derretido sobre la crujiente perfección de las tortillas de maíz en el comal- recuerdo las risas entre cada bocado, algunas con lagrimas en los ojos después de probar la famosa “salsa de la casa”. Ella, mi madre, sentada con nosotras, intentando conocer un poco más de nuestros planes y aventuras. Una de las cosas más valiosas que me dejó es el gusto por cocinar. Creo que nunca se lo dije, ojalá sepa.


Cualquier persona que me conozca bien, podría decir que uno de mis lenguajes del amor es cocinar, siempre ha sido parte de mí, en ocasiones lo hago más seguido que en otras. A veces, llevar un té matcha helado o una galleta saludable que preparé a una amiga, es mi forma de decir, pensé en ti, quería compartir este momento, este gustito, contigo.


En un mundo que parece que no se detiene, que va tan de prisa, pudiera sonar descabellada la sugerencia de invertir más tiempo a la preparación de nuestros alimentos. Aún así, te invito a que busques ese espacio para cocinar, experimentar, aprender y enseñar a tus hijos o hijas más sobre las bondades de la cocina saludable, deliciosa y nutritiva. Cocinar es un acto que implica más que solo manipular ingredientes; se requiere amor, cuidado, creatividad o bondad para compartir con un familiar, amigo o contigo misma. En ocasiones puede parecer intimidante y demandante cocinar todos los días, sin embargo, con organización, antelación e información sobre los beneficios de hacerlo, estoy segura que puede ser más fácil.

 

En lo personal, siempre he fantaseado con tener una tradición de cocina compartida con mis hijas. Recuerdo mucho a una amiga que con noches de pizza a la leña con su familia, hicieron una tradición en la que la cocina y las conversaciones los unían. Crear, amasar, hornear, disfrutar y compartir. Cuando mis hijas nacieron, supe que una tradición así era algo que quería hacer con ellas, sin embargo, deseaba hacerlo disfrutando; no estresada o apurada por dormir a una o lactar a otra. Van ya algunos meses en los que llegó ese momento y comenzamos a cocinar más como actividad familiar.  

 

Cocinar en familia, tiene numerosos beneficios: emocionales, educativos y para la salud. Fortalece vínculos a través de la creación recuerdos positivos y la conexión unos con otros. Mejora la comunicación a través del trabajo en equipo, enseñando también a los más pequeños a esperar turnos. Puedes pedir que lean la receta, midan los ingredientes, practiquen un poco de fracciones y matemáticas, así como hablar de cambios físicos y químicos en los procesos culinarios. Al participar en la preparación de los alimentos los niños y niñas desarrollan más agradecimiento y curiosidad por lo que comen, si tienes un hijo o hija que evita o rechaza ciertos alimentos también puede ser benéfico, es más probable que se animen a probarlos si ellos los lavan, pelan o mezclan. En un mundo donde pausar se siente contraproducente, cocinar fomenta una alimentación más consciente ya que permite apreciar el origen de los alimentos y el proceso que lleva prepararlos.

 

Este sábado tuvimos la oportunidad de preparar un pay de limón. Lucía, mi sándwich, e Isabel, la cereza del pastel, me pidieron les grabara un video cocinando- “grábanos un video como los de “Hacks DIY” y lo subes a Youtube” - me dijeron. Así que (no en Youtube, pero por este medio), les comparto el resultado y la receta de su primer video cocinando y compartiendo. Sus voces terminan en el momento en el que les regalo el bowl. Me transporté a esas tardes en la cocina con mis hermanos y mi mamá, en la que la receta nos unía y el bowl con restos nos dividía.


 

 
 
 

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